16 de abril de 2012

Un ejemplo sobre GENÉTICA



Los transgénicos y su influencia en el medio natural
ALICIA RIVERA

      La soja transgénica, los nuevos tomates resistentes a la putrefacción, el  maíz y un puñado de cosechas más (de momento) han atraído las iras de los grupos ecologistas, especialmente en Europa, provocando, cuanto menos, el recelo de los consumidores, que temen que estos nuevos engendros que van saliendo de los laboratorios entrañen peligros conocidos o desconocidos. Y no sólo plantas, también organismos manipulados genéticamente y animales con genes artificialmente añadidos para que adquieran propiedades especiales.
     La polémica no se ha hecho esperar: ¿Son peligrosos? ¿Son buenos? ¿Son malos? ¿Entrañan riesgos? ¿qué riesgos? ¿Para qué los queremos?
     De momento las plantas han centrado la alarma social... el argumento más sereno que se ha levantado es el riesgo medioambiental, es decir que estas plantas se propaguen en la naturaleza de modo incontrolado, que colonicen ecosistemas naturales y que afecten a otras plantas, microorganismos y animales con efectos siniestros.
     Los expertos reconocen que cabe imaginar esa posibilidad pero señalan los muchos experimentos que se han hecho y se siguen haciendo sin que se observen catastrofes derivadas de su utilización. Ahora bien, recuerdan los científicos, el intercambio de genes es algo que se ha producido siempre de forma natural, y artificial a menudo, al margen de la ingeniería genética. 
     En cuanto al riesgo de comer alimentos transgénicos y adquirir los genes añadidos, hay que tener en cuenta que al alimentarnos ingerimos los genes de la lechuga, de la vaca o de la gallina, sin que por ello los incorporemos a nuestro genoma.
     Lo que la ingeniería genética puede hacer no es algo antinatural, ya que se trata de introducir genes interesantes que existen en unas especies en otras que carecen de ellos para conferirles las propiedades deseadas. La naturaleza siempre lo ha hecho, la mezcla y transferencia de genes ha ocurrido siempre, pero ahora se pueden crear en laboratorios, con una gran precisión, rapidez y eficacia, variedades que la naturaleza puede tardar miles de años en producir dado que ésta actúa sin finalidad.
     La tercera parte implicada en el debate, las empresas de biotecnología que han invertido grandes sumas de dinero en el desarrollo de estas nuevas especies y que quieren recuperar ya sus inversiones vendiendo sus semillas modificadas genéticamente para conferirles una resistencia especial frente a herbicidas, defienden, por supuesto, la bondad de las nuevas especies.
     La idea básica de estas semillas es añadir genes a determinadas especies para que sean resistentes a determinados herbicidas (los de la misma empresa que comercializa la semilla modificada) de manera que se pueda fumigar los cultivos sin que la planta útil sufra daño alguno. En el caso de los famosos tomates transgénicos el truco consiste en modificar genéticamente la planta para que sea muy resistente a la putrefacción y facilitar su almacenaje. Pero en perspectiva están también, por ejemplo, patatas que brotan cuando se les indica que lo hagan, variedades vegetales con especial resistencia ante las heladas y otras características útiles.
     Ante estas variedades, la respuesta social ha sido, por lo menos de cautela, cuando no de abierto miedo y rechazo.
     En este panorama, las autoridades políticas se encuentran entre la presión social que exige prohibición de estos cultivos o, cuanto menos, un muy estricto control, y la presión de las empresas biotecnológicas que quieren ver eliminadas las trabas que encarecen la comercialización de sus nuevos productos. De aquí la polémica sobre el etiquetado específico sobre variedades vegetales modificadas genéticamente, y alimentos en general, que unos exigen y otros detestan por lo que puede significar de rechazo en el mercado.  Más información


     La postura del consumidor, en un debate limpio sobre ventajas y beneficios de estos nuevos productos esta, en última instancia, determinada por el balance riesgo/beneficio. En el caso de vacunas transgénicas, medicamentos o terapias génicas, el rechazo social a la ingeniería genética apenas existe y millones de personas en todo el mundo utilizan insulina fabricada de este modo con enormes beneficios para los diabéticos porque, gracias a esta técnica, la insulina es humana (producida a partir de genes humanos) y han pasado a la historia las insulinas de origen animal que tantos problemas causaban.
     Sin embargo, en las primeras plantas trasnsgénicas que llegan al mercado la utilidad para el consumidor no es tan evidente y si pudiera haber algún riesgo... ¿por qué correrlo? se plantean muchos.
     Los defensores de las variedades transgénicas insisten en su importancia económica en un futuro muy próximo y en las perspectivas que abren. Por ejemplo, nada impide planear el diseño de vegetales más alimenticios, variedades resistentes a plagas que liberen el suelo cultivable de la importante contaminación generada por los productos químicos, plantas especialmente aptas para su transporte y distribución que minimice la pérdida de cosechas y los costes de trasnporte...
     Los especialistas apuntan que las especies transgénicas deben ser examinadas y probadas a fondo antes de ser autorizada su explotación, igual que debería o debe ser analizada cualquier variedad o producto químico o biológico antes de ser autorizada su utilización. Y recuerdan que los riesgos, efectos indeseados y accidentes, químicos o biológicos, que se han producido no procedían de los laboratorios de la ingeniería genética sino de prácticas agrícolas e industriales tradicionales.

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OPINIÓN PERSONAL:

Lo cierto es que esta noticia me parece muy interesante, es un tema que hasta no hace mucho tenia un gran eco en la sociedad, hasta el punto de llevarlo a la exageración, con argumentos como: "Los alimentos transgénicos  puede producir cancer..." o cosas así por el estilo, que lo único que hacen es generar el "pánico", el miedo y sobretodo la inseguridad que nos plantea pensar: ¿realmente, de qué nos alimentamos?
Antes de informarme sobre este tema tenía una opinión realmente contraria , pensaba que eran antinaturales y lo único que nos aportaban eran cosas nocivas para nosotros.
Ahora, despues de leer varios artículos al respecto, mi opinión ha variado , lo cierto es que sigo pensando que son antinaturales, pero no que puedan dañarnos a gran escala, dado que estos productos hasta que salen al mercado, han estado pasando una serie de pruebas bastante serias que a la mínima señal de que puedan resultar perjudiciales, lo retiran.
Además a nivel ecológico, en cuanto al medio ambiente, los alimentos transgénicos son culticos más resistentes a los ataques de virus, hongos o insectos sin la necesidad de emplear productos químicos, lo que supone un menor daño al medio ambiente.

De todas formas estoy a favor de etiquetar estos productos, no todo el mundo está a favor de estos y por tanto deben ser informados.

Para más información y curiosidades, aconsejo que visitéis este enlace: mosquitos como vacunas voladoras 

La noticia ha sido extraída de aquí
Un saludo.

PD: ante cualquier duda ya bien sea de la noticia o de mi opinión, comentad y os responderé.